Un buen abogado, siempre debería recomendarte (en la mayoría de los conflictos) que optes por el trato.
Ante un pleito inminente o en medio de un conflicto, un acuerdo suele venir acompañado de una pluralidad de beneficios: se reducen los gastos de litigar, se evitan los costes derivados del mantenimiento del conflicto -pérdida de ingresos por imposibilidad de arrendar una vivienda ocupada, por ejemplo-, y eliminamos la incertidumbre inherente a la mayoría de los procedimientos judiciales.
Sin embargo, el acuerdo no siempre es posible, lo que nos empuja irremediablemente a litigar. Ahí comienza la pesadilla.
Cuando oímos las palabras “derecho medioambiental”, a la mayoría nos viene a la cabeza la imagen de una central nuclear (la del Sr. Burns), vertiendo residuos nucleares fluorescentes a un río con peces de seis ojos.
Sin embargo, esta clase de derechos se pueden (y se deben) ejercitar en todo tipo de entornos y, especialmente, donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas: en casa.
Algunos vecinos -o comercios cercanos- pueden provocar que suframos un estado de Halloween permanente, aterrorizando nuestra salud con ruidos, vibraciones, humos u olores, dando lugar a la casa de los horrores.
Este ha sido el caso de unos vecinos de Utrera, que han venido sufriendo ruidos en su vivienda con motivo de la instalación de una bomba de agua (sin insonorizar), lo que les impedía conciliar el sueño y lograr un descanso normalizado, que a su vez generó ansiedad y cefaleas, y posteriormente, tuvieron que abandonar la vivienda, pues se estaba viendo afectada seriamente su salud.
Finalmente, la pesadilla termina siendo resuelta por la Audiencia Provincial de Sevilla, en su Sentencia nº 582/2018, de 31 de octubre, donde los causantes de contaminación acústica fueron condenados a un año y tres meses de prisión. Así es que, si te encuentras en una situación parecida, antes de perder la cabeza por las molestias de tu vecino, no desesperes y contacta con nosotros para ver cómo podemos ayudarte.