Siempre hay luz al final del túnel y, en estos momentos especialmente delicados para casi todas las empresas, no iba a ser menos. Pero, para ello, me temo que tenemos que dejar de hablar de parches excepcionales, en forma de medidas de vigencia temporal y a todas luces insuficientes para centrarnos en vacunas o remedios alternativos que, de verdad, permitan garantizar la viabilidad empresarial cuando todo esto acabe.
Les propongo que hablemos de medidas positivas, arraigadas, reguladas sin prisas, a fuego lento, mejoradas con el tiempo y ajustadas a la realidad imperante repleta de incertidumbre, inseguridad y desconocimiento de lo que sucederá el día después y que pensemos en ellas como vacunas, como tratamiento paliativo. Conversemos sobre análisis de tesorería, sobre planes de contingencias, sobre ventas de unidades productivas, sobre acuerdos de refinanciación o sobre convenios anticipados con quitas y esperas en caso de concurso de acreedores que, inevitablemente van a crecer de forma exponencial en los próximos meses.
No descubrimos nada al decir que algunas de estas figuras, en especial la del concurso de acreedores, históricamente se han venido considerando como un estigma negativo pero, en estos momentos, viene precisamente a configurarse como la mejor de las vacunas para esa enfermedad empresarial denominada insolvencia y derivada de la falta de tesorería que está afectando y va a afectar a la mayoría de las empresas sin importar su tamaño.
Nos vamos a encontrar en breve, si no lo estamos ya en la mayoría de los casos, ante una situación verdaderamente crítica como consecuencia de las medidas decretadas durante el estado de alarma, necesarias a nivel sanitario y social para frenar la pandemia, pero a todas luces insuficientes para sanar a las empresas en particular y a la economía en general.
Pensemos pues en medidas ordinarias, de las que seguirán aplicándose sin excepción cuando esta pesadilla termine. Hablemos de esas alternativas que permitan a las empresas seguir con vida y contar en sus próximos aniversarios que consiguieron sortear la peor de las tormentas.
Anticipémonos a medidas más drásticas que supongan la desaparición de la mayoría de nuestro tejido empresarial. Es bien sabido que quien da primero da dos veces. Seamos más rápidos y actuemos antes de vernos envueltos en la dinámica de tratar de remontar el calvario de procedimientos externos de reclamación de cantidad, demandas de índole laboral, ejecuciones contra nuestro patrimonio o, en el peor de los casos, solicitudes de concursos necesarios con retirada de facultades de administración y dirección si prosperaran.
Si me permiten la expresión, si nuestros negocios o nuestras empresas se han visto contagiadas del virus de la insolvencia, pongámoslas en cuarentena o llevémoslas rápido y a tiempo a la UCI mercantil, procesal o judicial, dejando que los fármacos sanadores permitan mantenerla en el tráfico jurídico. Pese a la suspensión de los plazos procesales que a estos efectos que incluye entre su articulado el Real Decreto 8/2020, no son pocos los empresarios que han descartado los parches temporales a la vista de la gravedad de la situación y se han puesto manos a la obra para hacer uso de medidas más garantistas si se dan los requisitos legales necesarios, con el ánimo de sobrevivir y poder salir reforzado de una situación que a la mayoría de la sociedad ha pillado a contrapié y sin recursos suficientes para sortearla.
Como siempre, en términos sanitarios totalmente extrapolables a los económicos, más vale prevenir que curar y, si se llega a tiempo, ahora más que nunca y pese a haberlo repetido hasta la saciedad, figuras como el concurso de acreedores pueden conseguir salvar empresas y que estas queden inmunes de un mal mayor llamado liquidación y extinción societaria.
Que todos los esfuerzos empresariales tras la última y virulenta crisis económica no queden en saco roto. La viabilidad de las sociedades es una carrera de fondo y por fortuna hay luz al final de todo túnel, por largo y oscuro que este sea, solo hay que decidir dosificar las fuerzas para aguantar el trayecto y conseguir verla.