Con el desarrollo tecnológico actual, en una clara tendencia de aceleración, los significativos avances llevan aparejados una serie de inconvenientes, difíciles de predecir y prevenir en determinados casos.
En otras ocasiones, cuando todavía está teniendo lugar la implementación de un determinado sistema, sin que se pueda llegar a percibir de manera generalizada, ya está teniendo lugar su sustitución por el que le va a suceder.
La implantación de la nueva tecnología 5G conllevará una mejora significativa del intercambio de datos e información, con posibilidades -y amenazas- innovadoras.
La dependencia de internet afecta a la práctica totalidad de las empresas y administraciones públicas, y como apuntó un compañero en un reciente artículo, la protección de la información no puede quedar comprometida, de manera que en la actualidad es imprescindible la implantación de mecanismos efectivos, para lo que resulta especialmente interesante la nueva Ley 1/2019, de 20 de febrero, de Secretos Empresariales.
Estas nuevas amenazas, no solo se vierten ya sobre la información, sino que podrían afectar a “las cosas” -wearables, sistemas domóticos y similares- que quedarían a merced de los ciberataques a causa de su conectivdad.
Este incremento de la velocidad, también se traduce en que los ataques podrán realizarse de manera más rápida, como la sustracción de una gran cantidad de información en un breve lapso de tiempo.
La encriptación, la protección del acceso a los sistemas de almacenamiento de información, y los mecanismos preventivos son la clave para reducir el impacto de las amenazas venideras, pero además la implantación de un sistema adecuado, no solo informático, sino con el debido asesoramiento legal, permitirá después allanar un camino que facilite la reclamación de daños y perjuicios.